Shagufa Habibi, obligada a casarse a los 16 años, se libró de la dictadura de su país gracias a las ayudas recibidas.

 Shagufa Habibi nació en 1995 en la ciudad de Herat, al oeste del país, cerca de las montañas y del desierto. Épocas de dictadura talibán. Una explosión dejó a su padre sin una mano y sin posibilidad de trabajar. Los únicos alimentos familiares eran té y pan. «Tenemos que aceptar el destino», le respondía siempre su madre cuando Shagufa se rebelaba ante las penurias. 

Ahora tiene 26 años y, afortunadamente, vive en Arlington (Estados Unidos) gracias al golf. «Este deporte salvó mi vida», afirma. Shagufa no estaba dispuesta a aceptar su destino y lo primero contra lo que se rebeló fue el analfabetismo.

El día en que Shagufa cumplió 16 años, su familia le había preparado una sorpresa desagradable: un matrimonio de conveniencia. Un hombre mayor y rico le esperaba. «Te ayudará a entrar en la universidad y debes aceptarlo». No hubo más consignas. La situación con su marido fue insostenible, Shagufa pasaba los días encerrada en casa, soportando todo tipo de humillaciones, hasta que un año más tarde pudo escapar para volver con sus padres. Sumida en una profunda depresión, el deporte se cruzó en su camino. 

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